
Las calles se pierden
entre sus propios laberintos.
Parecieran esconderse, moverse
para no ser vistas por algunos.
Se esconden entre ellas
pasadizos que nos llevan más allá
que nos muestran otras cosas
lugares fantásticos.
Calles sin nombres, direcciones inexistentes.
Todo eso vale nada
al momento en que te adentras
por aquellas callecitas mágicas
donde sólo puedes ver colores
aromas, sensaciones de vida intensa
nada de grises y rocas.
Las personas transitan en el infierno
las personas no sienten sus pasos
sólo piensan en el destino de llegada.
Las calles son conexiones
son pasadizos a más pasadizos.
Hoy
las calles están muertas y
la vida se esconde en los basurales
pues sólo nos importa la vida
al momento de juzgar a los demás, la moral.
Pero nos olvidamos que la gente muere.
Ya no hay sorpresas
las calles están vacías, tristes y grises
porque aquellos que les daban vida
ya no están
y las calles ya no sienten los pasos de la vida.
La ciudad se consume
como nosotros consumimos y nos consumimos
ya no hay humanos caminando
los sentimientos se escondieron entre los pasadizos.