lunes, 27 de abril de 2009

Maquinaria Pesada


La luna de piedra sobre mi cabeza
Me anuncia que el día está a punto de morir.
No pretenden marcharse,
Sólo ir a otro lugar,
a otras personas, a otras almas.
Escucho explotar granadas en silencio,
Sobre las casas, sobre los corazones que no sienten,
Sobre nuestros pasos firmes que se van,
Sobre nuestras esperanzas rotas.
Explotan y se llevan lo mejor de nosotros,
Se va, lo extingue, no existe.
Ahora los cerros sirven para no ver más allá
O bien para verlo todo
Desde otra perspectiva.
Las almas rondando
Los ojos pesados, las sonrisas falsas,
el interés con gusto a mierda,
los luchadores de la nada,
los inconcientes cerebros que en vez de reaccionar
se arrastran como caracoles y hasta
comen hojas.
Las interminables horas del reloj
que finalmente se acaban
para volver a empezar...
un nuevo día, con las mismas horas,
los mismos segundos.
No me daría cuenta de ellos si no
Me ocurriera algo en el transcurso de sus horas.
No se entiende bien el juego
Pero vidas corren por las calles sin alma
A veces escucho a la gente reír.

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